Pere, o Pera Aragonés, según lenguas, se prejubila. Y dicen que en la banca y Telefónica se jubilaban pronto. Pues éste, ahí, con un par, a los cuarenta y uno, y entregando los huesos intactos a Dios, porque a esa edad ahora no da tiempo ni a terminar el becariado, con lo que chupan el móvil, el tardeo, la socialización o el poliamor. O el perro.
Que es donde está la explicación que buscan tantos catalanes a su (pen)última estupefacción. No en el perro. Sino en que estaban gobernados por un becario. Con barba, para dar el pego. Y que antes ejercía de fijo discontinuo, como mamporrero, correveidile o mandadero de los distintos cafiolos que surgen en el meritoriaje, sea en la política o en una casa de putas, valga la redundancia.
Lo cual, por otra parte, va siendo lo normal -y también lo de la casa-, y con la reforma laboral ya tiene carta de naturaleza, al normalizar como exitosa,, plausible y ejemplar modelo de pleno empleo, la cadena: graduación (por todo lo alto) en módulo o curso del paro-ejercicio guadianesco de lo estudiado o de otras cosas, combinado con paro-frenazo y expulsión del sistema con peregrinación por ayudas, más cursos (de broma)- y finalmente, prejubilación por lo pobre más cerca de los cincuenta que de los sesenta.
Un carrerón. Lo que se llama vivir la vida. De las juventudes a la pensión. Pero lo de Pera es para alquilar sillas, que dicen allá. Lo que se dice un tío grande. El prototipo de la forja de un rebelde. Un triunfador. Porque, a ver quién puede permitirse el lujo de decir, oye, que me prejubilo, que yo ya he cumplido. Y pasar a levantarse, así, por la patilla, nueve mil euros al mes, más lo que cuelgue y demás -pues ya se sabe, lo que no cuelga, arrastra-. Chiquito pero cobrón.
Y hale, a la vida retirada, a hacerse un hombre,
teniendo, como quien dice, toda la juventud por delante todavía. A darlo todo
dedicándose a los jobis, ya sean los puzles, la búsqueda de la identidad o
crecer, quiero decir personalmente. Menos viajar, que abre la perspectiva y
cura el ombliguismo, lo que sea. Y menos con el Imserso. Aunque a razón de lo
que mira por la pela, no se fíen.
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