Pablito Iglesias nos lo ha puesto a huevo una vez más para sacarle las corás, al saberse que lleva a sus niños a un colegio privado, y lo de rojo señorito ha sido lo más bonico que le han dicho.
Yo, como no quiero pensar mal (y así me va, que nunca acierto con él), aún abrigo esperanzas de sus decisiones más trascendentes, pues yo no me baso en chuminadas como los criterios para elegir la educación de la prole para juzgar a un líder revolucionario; yo me fijo en su práxis y en su ortodoxia -sin querer decir que se haya hecho de la escuela cirílica, siendo él más de la chiita-, y supongo que todo lo hace para inculcar en sus vástagos esa actitud audaz tan suya de infiltrarse en la burguesía -arrimando, para empezar, sus cachorros a los de la clase dominante, lo que se dice un buen comienzo- para reventarla desde dentro, ya que desde fuera solo consigues hacerte del Atleti, ecologista por horas, o, a todo tirar, subirte a una flotilla rumbo a Gaza.
Y, como es más coherente que la gelatina, ha empezado por la educación, que es donde ya se adquieren unas relaciones, un trato y un conocimiento, en este caso, de la clase a expropiar y a derrocar. Para verlos venir. Como debe ser. Y si sus retoños son tan espabilados como él, sabrán darle la vuelta a la tortilla, coherentemente también. Aunque, si siguen ese camino y se la dan, siempre corren el riesgo de acabar de pobres de solemnidad. Vamos, como si hubieran estudiado en Usera.
Así pues, he de admitir que en la decisión sobrevuela la típica contradicción marxista. Por un lado, y como ha estudiado ciencias políticas, que puede que sean las menos políticas de todas las ciencias, con su gesto sigue a los grandes líderes revolucionarios, todos salidos de colegios bien, menos Stalin, que fue a un seminario, mejor me lo pones. Pero tampoco es eso, pues ahora prima más lo laico. Hasta ahí, vale pues.
Pero qué ejemplo va a dar a los pobres padres, un
suponer, de Albacete, que tienen que conciliar la Feria con la vuelta al cole y
el trabajo. Es que no tiene abuela, el tío. Ni los de aquí, luego a luego,
porque es que se la van a cargar con tal de conciliar. Bueno, y de otras cosas.
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