domingo, 13 de octubre de 2019

Cinematontunas: Por los pelos


Ray Milland, aquel galés que solo habló esa su lengua materna hasta los cinco años, y que luego llegaría a hablar hasta español, no fue solo, qué duda cabe,
un gran actor, sino también un tirador excelente, un gran esgrimista, un magnífico jinete y un buen boxeador, todo ello aprendido durante su estancia en el Household Guards –sí esos de rojo con el gorro empinado de oso y tal–, del que luego fue reservista, y que más tarde sería rechazado por el ejército americano para luchar en la 2ª G. M. por una discapacidad en su mano izquierda. 
Lo que no es tan conocido era el por qué su carrera como galán empezó a decaer prematuramente. Y sin embargo, la respuesta era de lo más adivinable por usual y lógica: se quedó calvo. Así que a partir de los años cincuenta, y dado que aún daba el tipo, logró estirar su galanía con apósitos, extensiones y pelucas, hasta que empezó a ir de secundario, destino de todos los caídos en la desgracia de Fortuna, y acabando, cómo no, haciendo de malo finalmente, mostrando ya su calvicie y demás, que es lo que espera a todos cuando te falta el pelo y te sobran los años y barriga, prototipo de la decrepitud y por tanto del mal. 
Pero hasta ahí, bien. Bueno, hasta ahí, no; hasta 1942, que fue la fecha fatídica en la que se produjo el hecho al que él achacaba  el origen de su debacle, y que fue la filmación de la película Piratas del Caribe, la de verdad, no la de después, en la cual su personaje tenía el pelo caracolado, tan lejos del suyo, lacio y sentado como era. 
De modo que no se les ocurrió más que aplicarle unos rulos metálicos calientes por demás a su cabello para hacerle la permanente. El resto es historia. Y como él mismo dijo, lo peor de hacer películas es que los que las hacen tienen que comer. Él incluido. 
Aunque se adaptó bien, como es notorio. E incluso daba consejos al respecto. “Mi filosofía es hacer lo que puedas con lo que dispones. Conozco actores de mi generación que gritan: ‘¡Por qué no me envían guiones!’ Y yo les digo: ‘porque tú piensas de ti mismo que aún eres un actor principal. Tienes 68 y no 38. Arróstralo.’. Pues eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario