viernes, 18 de octubre de 2019

Menguante


El gobierno ha decidido que si hay que sacar a Franco del sarcófago, que sea en menguante.
El Supremo ya había tenido la dudosa idea de tirarse el pliego del Procès en luna llena, causa entre otras de cierta percepción ­–no necesariamente indepe– y ahora más consolidada del magistrado, sobre todo en comandita, como un apogeo de Nosferatus, todos ahí, firmando con la uña entintada en miasma una sentencia de lo más creativa, y no solo por sentar juris¿prudencia?, sino que además, de su letra emerge hasta un nuevo espécimen, el ICC, el Ilusionado Ciudadano Catalán, víctima (que no autor) de la engañifa de sus líderes, tontico él en manos de trileros y no de golpistas, pues el golpe, como al fin se dictamina, era de pega. 
Y el lío de ahora pues será un pinta y colorea callejero para atraer a los turistas de los cruceros, la segunda parte del Festival de Sitges como reality colectivo o una instalación otoñal replicante de la Nit del Foc con cartonajes y plásticos en los pasos de cebra, con los CDR como artistas invitados. Pura animación sociocultural. 
Por eso Sánchez, ese hortelano que coge el nabo por el nabo y cultiva muertos con afán lombricultor, hará lo suyo en menguante, el espabilado. Para que el muerto agarre. 
Di tú que lo sacas antes o después y al ir a trasplantarlo al Pardo (y eso que todas las tumbas son pardas) se te tuerce, se cae el cepellón, se rompe la raíz, se desparraman los huesos, lo que sea. Y adiós al Santo Grial. 
Y Sánchez, vampiresco bonvivant, no puede permitirse un reentierro fallido. Eso es peor que Somalia. Y para eso está la luna. Y los lunáticos; quiero decir los astrólogos, que alguno tendrá en la Moncloa en nómina. Los tiene todo necrófilo, y a este vamos si le pone el tema. Los nazis los tenían. No por sexo sino para invadir según el horóscopo y para buscar el Grial, que mira por donde estaba en el Valle de los Caídos. 
O sea, por política más que por religión, pues si joder es la experiencia religiosa por excelencia, entrar en humanos y salir divinos, como hacen los políticos en campaña, debe de ser de lo más sublime, pues le han pillado tanto el gusto que ya no lo hacen cada cuatro años sino cuando les sale del pijo.

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