domingo, 29 de marzo de 2020

Crónicas del gulag

El día de San José fui a comprar pasteles, un producto de primera necesidad en tal fecha, como se sabe -a falta de mascletá, una de glucosa-. Había dos clientes más, con mucha prisa, y se conocían. Ambos estaban trabajando, pero uno de ellos fue el que me llamó más la atención, pues de sus palabras deduje que era carpintero en una empresa del polígono, y en un momento dado el otro le preguntó, un tanto extrañado, que qué estaban haciendo para llevar aquel apresuramiento.Y el otro, sin pensarlo, dijo que ataúdes."La empresa tiene un pedido de 300.000, y salen todos los días un montón para todos lados". Así, en plan sensacionalista, observando la reacción del otro ante su gran noticia, que tampoco se alteró, ante el que parecía un informante un tanto fantasma, y teniendo en cuenta que hablaba de la empresa en general, que es multinacional. Pero los pasteles me estuvieron menos dulces -y mira que se pasan con el azúcar- y desde entonces no hago más que pensar si no se quedarán cortos.

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