domingo, 19 de abril de 2020

Crónicas del gulag: Madrid


Eso llamado izquierda está perdiendo lo que podía haber sido su gran oportunidad de volverse a situar en el mapa geopolítico español durante otra generación.
Por el contrario, la estrategia adoptada con Madrid, que sigue siendo el nudo gordiano nacional, ha sido la de cercarlo, combatirlo y tomarlo, repitiendo, asombrosa y patéticamente (por lo paródico aunque trágico de la situación) la similar actitud de la última vez que eso pasó, cuando las tropas fascistas adoptasen el lema “o Madrid o nada”.

Era la ocasión ideal, aprovechando esa falsa épica guerrera con que se desayuna el gobierno –aunque cada vez menos, por lo que les pueda salpicar dicha táctica- para haber situado a la capital como el epicentro de una lucha solidaría y no solo simbólica, tanto de supervivencia como social de hecho (cuyos réditos políticos habrían sido efectivos después), armando así en torno suyo los esfuerzos interterritoriales, despertando confianzas y ánimo individuales, e incluso reeditando viejas comuniones legendarias, como cuando Cataluña se levantaba y recopilaba energías subida a ese caballo de batalla con eslóganes tan empáticos como “defender Madrid es defender Cataluña”; lo cual, además, habría redimido a algunos ante los demás de ciertos errores de posicionamiento hasta aquí en esa región.

Pero lo que se ha hecho es lo contrario. Y el resultado, a la vista está.

El PP, o su rama más desinhibida, renovada e intrépida, aupado a la  eficacia como bandera y a una concepción de la autodeterminación que nada tiene que ver con lo territorial y sí con la gente, se ha adueñado, sin querer, de un “no pasarán” benigno y postmoderno que tiene que ver más con el rechazo, no de mesnadas asesinas esta vez, sino de incompetentes, burócratas, carguistas y nuevos pisamoquetas, dudosos e inaceptables por maniqueos, elevando (o al menos así se percibe por su gestión o su proyección) la causa de un pueblo, el madrileño, a la suya principal.

Todo lo cual ha invalidado el objetivo y la forma de conseguirlo planteados por PSOE y Podemos. Y la prueba es el afán de propósito de enmienda que adláteres como Más Madrid manifiestan ya con su abierto apoyo a los mandatarios madrileños, y el de tapadillo y otros detalles que el gobierno mismo lleva a cabo –con afán de adjudicarse algo del éxito que será vencer al virus en Madrid-, levantando la prevención cuando no el interdicto que hace pesar sobre la lucha contra el microbio en la capital, y no solo haciendo como que colabora, sino también colaborando.

Lo cual está muy bien. Pero lo que podía haber sido su principal triunfo, ese ya no lo tendrán, y será para otros, hipotecando así su propio futuro durante años. Por sectarios. Como siempre.

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