viernes, 24 de abril de 2020

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En un mes, palmo arriba o palmo abajo, tendremos aquí la NN, NiNi, o Nueva Normalidad, que es el eufemismo con que se ha dado en llamar al régimen provisional (aquí sinónimo de perpetuo) que viene. 
Ello, en nombre de un estado democrático y de derecho que estos barandas han desgastado de manosear, saliéndoles hasta guacheras de tanto babosearlo, pero que en realidad han dejado en los huesos, por nuestro bien y seguridad, claro. 
Y es que si la democracia es hoy una pantomima, el estado de derecho, con una justicia sin base tecnológica, nada preparada para el teletrabajo, mediatizada desde arriba y más bloqueada que la sanidad, es la próxima candidata a inútil para el servicio, o sea para garantizar que tanto incumplimiento constitucional tenga los efectos pertinentes, en la segunda crisis o recrisis que vendrá y se solapará con la sanitaria, económica y social; y adiós muy buenas. 
Así, lo del recuento de muertos propiciado desde este poder huele a cabreo, que los impresentables se han tenido que tragar como un sapo, pero que, con la inoperancia a que se aboca la instancia en cuestión, saben que no pasará de pataleo y que el pequeño Nuremberg que les podría sobrevenir desde ahí, por malversación, irresponsabilidad, negligencia, abandono, auxilio indebido, y medio código punitivo más, todavía se hace más dudoso. 
Si bien, y por si acaso, se van bajando de esa burra de equiparar esto a una guerra, también por temor a esa costumbre de las postguerras de pedir los damnificados cuentas a quienes las pierden. Aunque ese verbo no esté en la mente de estas lapas cuyo sueño de nuevo Mundo Feliz consiste en un estado de alarma permanente y un igualitarismo buenista, urbanita y de un polpotismo limosnero. 
Pero tampoco renuncian a la guerra misma, que más que cultural ya es civil aunque sea por lo oral, contra la disidencia, la crítica y la resistencia, ahora antipatriotas, enemigos y saboteadores mentirosos de los coronabulos, no en vano está en juego otro gran fiasco a la vista y que pretende acallar toda discordia: la Gran Reconstrucción –más lenguaje pseudo épico-maoísta-. Por supuesto, sobre los muertos. A sobrevivir pues, que no nos podemos perder esa película.    

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