jueves, 26 de noviembre de 2020

Un asesinato teleapático

 Espero que a la llegada de ésta estéis bien. Nosotros bien, gracias a Dios.

La presente es para contarte algo que es lo último, ya verás. El otro día se murió Matías, mi vecino, el que tenía como un guíscano en el pescuezo, pero no fue de eso, sino de la forma más tonta: leyendo el periódico, ya ves tú.

Pues el hombre, como sabes que estaba en el paro, últimamente le había dado por la prensa. Pero que no era vicio, sino para echar horas fuera, que hay que ver su Trini qué retrónica traía con que había salido maniático; claro, que ahora le pesa a la pobre. Y es que algunas veces es como si no tuviéramos conocimiento. Acababa de venir de firmar en la oficina de empleo, y mira... Dicen que como venía cabreado, la empentó con el periódico despotricando que si era así o asá, un mal trato al papelario que para qué, aunque no me extraña con todo lo que ponen de continuo.

El caso es que se apoltronó y se puso a repasarlo. La Trini dice que estaba como rebullido y que le oía resollar y comerse las maldiciones mientras se restregaba en el sillón, pero que no hizo mucho caso porque estaba pendiente de freír unas berenjenas, como ya sabes que en cuanto te descuidas o se asorratan o se quedan blandas como una macoca, y como la forma de ser de su hombre era así y más, estando parado, pues lo normal era que se explayase tirando coces a troche y moche, Dios lo tenga en su gloria. 

Desde luego, es que da lástima. Y la Trini, ahora, menuda papeleta, con lo que a ella le han gustado los colores alegres. Desde luego... Pues mira qué tentación que en el momento de meter la freidera para sacar el fritorio, oyó como un gluglú y claro, como ella dice, lo suyo era un chisporroteo, lo cual que se fijó en que no salía de la sartén sino de la salita, y fue a ver, porque lo que era al Matías, según la Trini, no le iban las gárgaras. Y cuando se encuentra el cuadro, ay, la pobrecica mía lo que está pasando y..., bueno, imagínate que se topa con el Matías hecho un pajarico con la cabeza caída de medio lado enseñando la seta esa que, Dios me perdone, que daba aprensión, y con la cara como el tizne igual que la de un pollo cuando le pisas el cuello con una escoba, no te quiero decir el número, y qué apuro más grande, que una cosa así tú ya sabes que es una perdición, la Purísima nos libre, ¡ay, santíguate Toñín, que eres más descreído...!, y no te equivoques, eh. 

Nada, el pequeño, que ya sabes me escribe las cartas. Pues una confusión, qué te digo yo... como en un mataero, que es un decir, para entendernos, que ahina si no acaba también con ella, y menos mal que se le pasó por la cabeza, esas cosas que es que parece que te ilumina la Virgen, de correr a por un vaso de agua y encontrarse con la cocina hecha un infierno, con la sartén echando unas llamaritadas de muerte, como si los demonios se hubieran conchabado contra la casa, y eso que la Trini es creyente de verdad y no se pierde una novena, haciendo sus obligaciones también, como está mandado en una mujer de su casa, y con las estampicas de la Milagrosa en todos los rincones y al día, pero a lo mejor sería por él, que no es que fuera mala persona pero es que siempre fue un poco, ya sabes, que hay que ver y hay que ver con la política... La vida le dio que no tenía puesto el extractor porque si no, pega fuego en la vecindad entera y esto había sido la ruina y estábamos todos donde tú sabes,  y sin haber leído el periódico, que a ver qué nos importa lo que quieran contarnos, eh.

Pues la Trini, que por muy apañada que sea, en una situación así no piensas en los difuntos, que ya sabemos lo malo que es el aceite ardiendo, acuérdate de la tía Engracia, que en gloria..., y cogió una tapa que se ve que tiene a mano, que digo yo si no se le habrá pegado fuego más veces, y nada... pero qué tentación, oye. Es como si te avisaran de las ánimas del Purgatorio, y como las desgracias nunca vienen solas y no es que quiera yo comparar un marido, que siempre es un hombre, las cosas como sean, con una sartén, que aunque se parezcan en algunas cosas, pues..., pero es que algunas veces es que te aburre la vida, la verdad, y cuando se valió para desaturdirse, fue con el vaso de agua, con un tembleque que ay, ay, y al acercársela, no se movió ni un adarme. Mira tú, como me dijo luego, y que quede aquí, y del Antoñín no te preocupes, que como lo casque, lo caliento, que si estaba tan nerviosa era por si su hombre volvía de repente y de verla llevarle el agua a la boca, no cogía una ventolera y la emprendía con ella, porque el Matías por lo visto tenía un pronto que Jesús, María y José, y como no le hacía mucha gracia el agua... Eso sí, limpio, como él solo. Y también debía de ser que como estaba en el paro, que según dicen los pone ansiosos y a muchos les da por el beborreo. Y allí se quedó, encogido como un palomico, parecido al sacristancete aquel que hubo en el pueblo. Y claro, ya no había más cáscaras: que se lo había llevado Dios por buena o mala persona, Dios sepa. El hombre, mayormente iba a la buena fin y si era un poco político era también por como está la vida. Y que ahora ya no es pecado y, sin faltar, cada uno tiene derecho, según dicen.

Pero no te puedes figurar y no te puedes figurar. Bueno, sí, pues acuérdate que cuando murió el tío Antón debajo de la higuera, pasó lo mismo, visto y no visto. Pero menudo soponcio al levantar el parte del juzgado, que se presenta el sargento Balsalobre, que es el que hace ahora aquí las diligencias y por lo visto muy puesto que está porque el comandante de la Betemérida es a él a quien le deja metijearse en todas las pesquisas. Bueno, que estando contando la Trini lo suyo con la berenjena, y con todo ese agobio que es que te ponen la cabeza como un bombo, como si no tuviéramos ya bastantico con lo que tenemos nosotras, el sargento va y se fija en el periódico caído boca abajo, abierto cubriendo casi al muerto, lo coge y empieza a mirarlo muy bien mirado y le pregunta: “¿Esto es lo último que leyó su marido?” 

Y la pobre, sin quedarle otra, qué lástima, dice:”¡Ay, mire usted, él antes leía el ABC, pero hágase cargo..., con lo que ha llovido...!”, eso en plena sequía, pero sin maldad, para qué nos vamos a engañar. Si es más infeliz que un tazón de sopas... Y el hombre, las cosas como sean, comprendiendo el trago, le dijo que no era eso, que él se refería a si eran esas páginas que tenía abiertas sobre la panza, y ella ya no supo. Total, que el sargento, abubilleando por todos lados, escamado, estuvo preguntándole esto y lo otro, tomando notas y haciendo croquises y todo. No, si mirado ya lo creo que es. Y recto. Un guardia civil, vamos. Y nada, que ya levantan el cadáver y se lo llevan y, como la cosa no debe de estar muy clara, le piden autorización para hacerle la autopsia. 

Mira, la Trini que le dicen eso..., porque claro, le habían preguntado sobre el bulto en el cuello, que si la bebida, que si se subía de tono, y ella lo que no quería es que se lo desgraciaran aún más, viendo como había visto a algunos hechos una tajada de pollo, ni naturales ni presentables; hombre, es que es un recuerdo para toda la vida, y tú qué sabes qué escándalo, aunque al final, por buenas composturas, la convencieron y nada, que ayer fue el entierro; o sea que tardaron un suspiro y la verdad, la Trini dirá lo que quiera, pero el hombre estaba apañadísimo en la caja, casi mejor que vivo, ya sabes tú que algunos parece que hasta engordan y se ponen lustrosos desde que se mueren hasta que los entierran. Pues de esos. Pero de lo otro, ya veremos. 

No veía yo muy claro lo de que el sargento se llevara el periódico para analizarlo. Yo para mí que quería leerlo de gratis y echó el achaque a la Trini de que era una prueba de la investigación, que ya sabes tú lo que son los guardias con sus economatos y todo eso. Pero si ella lo dice... Mira, no sé si es que habrá perdido la cabeza o qué, pero me ha jurado y requetejurado que le han dicho que su Matías no murió de muerte natural ni el Dios que lo trujo, que fue víctima de un atestado y que el conque del asunto está en el dichoso periódico. ¿Pero tú te crees una cosa así? ¡Por los dulcísimos clavos de Cristo!

Ha estado acobardadica desde entonces. Le sonsacaban de extranjis si su Matías padecía de pasmo o algo, como si hubiera sido un cagueta, con el nervio que tenía..., y eso que era poca persona. Pero es que dice la Trini que no le cogía desprevenida, porque se le había quedado el rigor mortis ese lo mismo lo mismo que el día que vio La Verbena de la Paloma. Cosa más rara, ¿no? Que según han dicho es lo que receló el sargento, que ya te he dicho que ha cogido mucho rumbo desde el envenenamiento de la Leonides, que mira que nos estamos volviendo asesinos, eh. Y como Matías resulta que algo tenía de aquí, del pecho, si no llega a morirse, no nos enteramos, que también menudo misterio... Pero que no era para tanto y faltaba el a ver por qué del asunto, y al sargento no le ha quedado otra que la cosa dimanaba del periódico. Será porque todo viene en él, aunque no siempre digan de cierto lo que hay. Como que el que dice la verdad, se queda sin ella, ¿no es verdad?

Y entonces dicen y que han llevado a hacerle un analís al periódico. Como te lo digo. Y yo decía, ¿y cómo van a llevar a analizar un periódico? Tú sabes lo taimados que se ponen algunos para ir, cuanto ni más..., fíjate cómo tendrá una la perola. Y es que se ve que los estudian, ¡ay, qué pijo!. Y caigo yo ahora en que puede que lleven camino y lo mismo dándoselos a los del casino, que como tienen experiencia, lo averiguan y hacen algo de provecho echando la tarde. Si ya dice mi sobrina Pepa que ahora no hay vagos, que es que no tienen  motivo bastante o algo así, para hincar, aunque ésa también es un poco lianta.

Bueno, pues los pocos días, amanecen con que en efecto, el Matías andaba malucho y una noticia lo mató. Alguno, que estaba al tanto y sabiendo cómo removerle la muerte, le tiró los tejos por el periódico como el que caza con reclamo, y excuso decirte la pesadumbre de la Trini ahora, que siempre le había regañado por el vicio de la lectura, y la ha tenido que conformar Juana, la estanquera, con que ahora las autoridades veían muy bien que la gente leyera los periódicos. Claro, como tiene un kiosco. Y es que la Trini tienen un papo que es queee..., que se lo pisa, dice Toñín. Hombre, tanto no. Pero hay que ver qué cosas, ahora. 

Como la cuestión le había venido de un sobresalto, de un espanto de imprevisto, y como se le habían quedado las manos engarrotadas en el periódico como agarrado al cuello de la muerte, que por eso dirían que tenía vicio, no quedaba otra que en esas páginas estaba amagada la muy cicatera. Pero a saber dónde. 

Mira, así a la izquierda había tres o cuatro tonterías, que si unos que habían encontrado una seta así, aunque esté feo señalar, de kilo y medio, y luego, un lío de unos solares en la parte baja, como quieren hacer allí una miaja jardincillo para que tomen el sol los viejos, que lo que van es a arrecirse, con el cierzo que entra por todo el norte, y aún dicen que estamos malcriados, que se le calienta a una la boca. 

Después, una de la gorrina del Musaraña, que tuvo diecinueve y le vive hasta el guarín; ya sabes, aquél que se hizo del comercio y que al lesionarse del marisco, como tenía que andar con la bicicleta para arriba y para abajo, no tuvo más remedio que fracasar y se tiró a la cría del cerdo, con tan buena olor para las perras que se está haciendo con cuartejos, que ya era hora. Pero el muy zaino aún no ha soltado de quién era el verraco, mira si es cuco. Bueno, y otra sobre los tractores, que quiere el ayuntamiento que no se echen por lo principal. Como si fueran a atropellar a algún turista. Y es porque hay una concejalilla que, si la vieras, vale menos que una vana de hilo, y de bonica nada, Toñín, que estáis la gente joven imposible. Mira, una boca como la rana del merendero de Joaquín; la nariz enratonada y los ojos como las garduñas. Lo que te digo, más fea que una gallina matada a escobazos. Pero como ha estudiado y está apadrinada por quien sabemos toda la vecindad... Pero no le alabo el gusto y allá él, tanto puterío como hay hogaño. Y vamos a callarnos. 

Eso, y tres anuncios: uno de la paquetería de la Matilde, con las ropas del interior, las lanas de temporada y unas mantelerías que ha traído que si las vieras, cosa bonica. Y es que mira que se las apaña bien, y, si no, de qué habían aprovechado los zagales en el estudio. Y otra del mesón de Paco el Pachón, el Pachoncete, que siempre le han dicho, que lo ha reformado y ahora le ha puesto El Pescuño, que no sé yo si ha mejorado. Con decirte que lo denunciaron de la parroquia, el que lleva los cursillos de los casamientos, porque decía que era inmoral, como los curas estos de ahora no son del campo ni nada, y siempre andan pensando lo que no es. Hasta que le dijeron lo que venía a referir. Pero que no creas, que no quedó muy conforme y aún dice que lo ha puesto con segundas y que por las noches hay allí mala vida. Y todo porque el Pachoncete se casó por el juzgado, sin necesidad, pero allá cada uno con su conciencia. 

Y otro anuncio de esos de adelgazar, de no sé qué cosa que dicen y que te quedas chuchurría. Pero que no creas, que la Visi, la peinadora, la que puso la peluquería con el curso aquel que tomó por cartas, dice que no hay que hacer ni un amparo, que te sientas bien resentada y te lías a tomar de eso y echas las magras por la taza. Yo para mí, Dios me libre, que aunque falta me hace, milagrico será que me meta a sartenear con eso, porque es lo mismo que contaba mi pobre madre de cuando el cólera que, por lo visto, lo han tenido ahí guardado y ahora van y lo desmigajan en pastillas. Y el precio se las trae. Quita, quita, que una cosa es como dice la prima Sole, venir a este mundo a echar cuerpo y otra a hacer de cuerpo. No tiene compañera de collera que es, ya lo sabes.

Y en la otra página, pues parecido. Un bando para cobrar la pipa del girasol, todo mentira, claro; otro que había para ir de excursión a la Virgen del Cerro, que creo que te dan de recuerdo una plancha de marca y unos caquis que crían los frailes, pero como para venir cargadas..., que se hacen una gacha y te dejan el bolso de los domingos hecho una lástima de pegajoso. Yo no voy, aunque dicen que es una Virgen de lo mejor que hay para los ojos de pollo. Pero que una, ya... Y otras dos noticias. 

Una de la Ramona del Pajar, que le preguntaban sobre cómo se le había dado el viaje a la tele, que la llevaron de espetadora, para hacer de bulto,  a un concurso de esos de hacer maldades a la gente y tener que aguantarse y todo el mundo reírse a tontas y a locas, que le tocó en una pastilla de jabón, que también es casualidad porque como dice su nuera, yo no sé si es porque se lleva a matar por lo del ajuar o algo así, que menos mal que venía en el envoltorio y no tuvo que usarla, que si no, no le toca, y todas esas tonterías. Yo estuve venga relojear a ver si la veía en el programa, pero como les echan tanta porquería en la cara y ella cuenta que iba tan atizada, como que no la conocí. Y que se lo pasó de lo lindo. Y al preguntarle que si ella también se rió, dijo que ¡ea, una panzada a reír que para qué! Como allí no había otra cosa que hacer. Y que cuánto más sentía reírse a la gente, más ganas le entraban. Ya sabes lo estrambótica que es. Y yo digo que en esos sitios, luego a luego te mearás, ¿no? ¿Y cómo lo harán para sujetar a tanta gente, toda así como con cistitis?

Y la última, pues unas charlas que van a hacer en las escuela de la cosa de la droga y el sida ése. Yo, temblando estoy, porque estos chiquillos están en una edad que hay munchísima malicia en la calle y pan en los ojos. Te los engolosinan y a ver qué haces, y con tanto pelferío por ahí, tú me dirás. Mira, es que me estremezco cada vez que lo pienso. 

Y eso es lo que ponía el periódico. Y el sargento, empeñado en que algo se había llevado al otro mundo al difunto, y dale Perico al zompo, detrás de a ver qué punto tenía cada cosa con el muerto, hasta que se cebó en la cosa más tonta. Aunque eso salió a relucir después.

Escarbando, escarbando, resulta que el solar que iba a expropiar el ayuntamiento era de una tía abuela que el Matías tenía puesto el ojico hacía tiempo. O sea que su gozo en un pozo. Y la gorrina del Musaraña para qué te cuento, un número. La llevaban a medias y a escondidas para presentarla en la feria de Lorca, porque se ve que es de una clase ya..., el colmo, y no quería que la echaran tan de primala y se desgraciara, y al ver el final, como para caer malo según estaba sentado, como era así de encorajinado. Y más con las setas. Cuenta la Trini que una vez se empancinó y salió del hoyo a rastras, como quien dice, y porque le puso las manos María la Melga; y era verlas, u oírlas referir y subírsele un pavo..., bueno las aprensiones de la muerte. Así es que imagina. 

Y nombrarle al Pachoncete y acorarse, todo uno. Cosas de antes que se ve que tuvieron. Y al ver la estampica del mesón así, tan de molde, pues una se lo explica. Eso y que lo sublevaba, que ahí yo estoy con él aunque esté ya en gloria, la injusticia, y lo de los tractores tiene un trago. Como la concejaleta era de otra cuerda y le quitó el puesto cuando se presentó por las izquierdas, pues ya está. Que, con todo y con eso, no quita para que fuese una persona de muy buen trato. Y por si era poco, el concurso. Hasta la cuadra de la mula llegaban las voces cada vez que lo echaban por la tele. Como que la Trini no pudo verlo el día que convidaron a la del Pajar, ¡cómo sería de acérrimo! Y que no podía verla. Tú qué sabes qué dicharajos. No son para escribirlos, que luego el Toñín es que me afrenta por ahí. 

Con eso y con la excursión a al Virgen, yo creo que ya se acogotó. Tú fíjate, una cosa tan bonica, pero como era de ese pensamiento... ¿Y lo del adelgazante de la paquetera? Tú sabes lo que se cuenta que hubo con la Mati, y cuando el río suena..., y que de seguida estos que son un poco rojainos te empiezan a echar en cara que si los negros, los chinos o sepa Dios, que ya sabemos que hay mucha miseria, pero el Señor también está en todas partes, ¿no?, que es que parece que van a hacerle la competencia. 

Y entre unas cosas y otras, el hombre, que empieza a ver todo en contra, según el sargento, se le hizo la sangre una madeja por dentro, al revés que a los gorrinos en el lebrillo, y algún cuajarón se le cruzó donde no debía y lo remató, porque es que dicen que estaba rojo, pero rojo, cuando lo sacaron de la salita. Fue a morir hasta de su color. Hay que ver los hombres cómo se toman a pecho los sinsabores y las ideas.

Y el sargento que ve todo el trasunto va y piensa: esto no puede ser casualidad. Y mire. En un suspiro se enteró de que aquellas dos páginas las había puesto, con pelos y señales, el mismo, uno forastero que también tiene miga. E indagando, indagando, vaya si se aclaró, porque este individuo, que no es para decirle otra cosa, se ve que había tenido sus más y sus menos con el Matías. Cosas de política, y de juego, y cosas. Que estaba encerrizado, ¿no sabes? Pero, claro, eso no es para dejar a una mujer viuda, ¿o sí? 

No, si bien decía ella que para qué queríamos un periódico en el pueblo. Y como además tiene muy mala sangre –el individuo–, y sabiendo de sobras las andanzas y mirriñaques del Matías, le buscó la vuelta e inteletó lo del periódico ese día. Algo así como un mal de ojo, pero por escrito. ¡Y aún decía que eran ecos de suciedad! Y digo yo que debe de ser algo brujo o algo, además de rebordecido, porque si no cómo le va a salir tan a pedir de boca. A Dios gracias que el sargento Balsalobre ha salido un inteleto, porque mira que columbrar una cosa así. 

Un crimen teleapático, dice él, por la explicación que dio por la radio el otro día, cuando averiguó la torta. Y que se olió la tostada, dijo. Como es de ciudad y hacía poco que había visto en el cine una cosa parecida, que se ve que se estila mucho matar así a la gente, desde largo. Y de ahí venía el fijarse en todos esos detalles. Ea, como los guardias ya van al cine y todo. Y yo, lo que digo es cómo se atreverá la gente, con todo lo que pasa, a leer la prensa, sabiendo que cualquier tontuna puede matarte. Bueno, a los hombres, que se lo creen todo, porque lo que es a mí, como decía nuestra pobre tía Juana, se creen que me la dan, pero no. Yo, las mentiras, que sean bonicas. Y la prensa, de bonica, nada.

Y ya nada más, que voy a ver si sigo con el ganchillo. Decirte que te espero para hacer la tasa de madalenas, que ya tengo el papel de barba comprado, más blanco y hermoso que Gloria bendita, ya verás, y a ver en qué queda todo esto, que no me fío yo ni un pelo de unos y otros. Da recuerdos a todos y recibe un beso muy fuerte de tu prima que te quiere y otro de Toñín, que a ver si junta bien las letras, no vaya a ser que te confundas porque claro, con tanto y tanto...


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