viernes, 23 de febrero de 2024

Perder, o no

 Aunque sea utópico, distópico, atípico y menopáusico, si Sánchez leyera un poco a Fray Luis: “Alargo enfermo el paso, y vuelvo, cuanto alargo el paso, atrás el pensamiento; no vuelvo sino que antes miro atento la causa de mi gozo y de mi llanto”, pues eso, se daría cuenta de que su táctica, basada en esa teoría de que el que pierde, gana, quizá necesite unos retoques. 

La táctica es buena. Desde que se cató del fin de las mayorías absolutas, y viendo claro que lo que se trataba era de tejer mayorías posibles, y que la “izquierda” (entendida esta como todo lo que detesta España o su derecha, tantas veces confundidas) tenía mejor el trilerismo carambillero como estrategia, ha ido jugando cada día más a no ganar, lo que viene a equivaler prácticamente a perder, llevando a la práctica política ese juego de apostar a la baja, o a perder para ganar, tan nefasto tanto para el mercado como para el bien común, y de ahí la escasa confianza que merece a la gran mayoría de sus víctimas, que es casi todo el mundo, salvo los listillos que obtienen sus réditos a costa de la democratización de la ruina. 

Aunque le va bien, pues, en base a esa tesis, realmente no ha perdido las elecciones gallegas, como no perdió ninguna de las anteriores, pues el que pierde de verdad es el que aspira a sacar mayoría absoluta -que es la necesidad de la oposición-, que hoy por hoy es tan utópico como que dicha oposición lea también a Fray Luis

Y todo indica que resulta más real y posible aspirar a ser la minoría más importante que ser la mayoría más grande, cosa que ya es una antigualla sólo posible a niveles más locales, en eso que ahora se llaman los territorios, una sinvergonzonería para no nombrar la diversidad española, convirtiéndola en un mero eufemismo. 

Una dispersión por donde van los tiros hoy día, para renovar la sangre de los vampiros que juegan a la baja para ganar a costa de los demás, incluido su partido, esa otra estantigua, que el día que desaparezca convertirá esto en una guerra entre nacionales y periféricos. Lo cual curiosamente aún le concede unas cuantas vidas. Lo que no sabemos es las que nos quedan a nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario