En Primaria hay una materia, quizás la más aberrante por representar fielmente el sistema gilipobuenista que engendra esa escuela, que da por supuesta la relación natural y positiva entre el Medio Ambiente, la Sociedad y, ahí es nada, la Cultura. Por pedir que no quede.
Pero tampoco nos vamos a poner realistas, pues habría que volver al anterior epígrafe del asunto, pero con una ligera variante adaptada a los tiempos que corren, redenominándola con cierta aliteración, como Basuraleza y Suciedad, bastante más propia y acorde con el thriller excremental que disfrutamos, tan contrario al auto sacramental paradisiaco que se vende a los niños (y no tan niños) en plan dibujo animado sobre el mundo contra el que se les anestesia ya desde bebés, quizás a causa del complejo de culpa que el mundo adulto arrastra por la atrocidad de haberlos hecho aterrizar aquí sin su permiso.
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¡Aibá, esta no son las mascarillas que pedí! |
Esa podría ser la vertiente cultural de una acción dirigida a salvar sin ánimo de lucro a la sociedad, coordinadamente, entre diversas áreas e instituciones, con contactos, no en plan samugo, y viajando a China, socializando, qué coño, y globalizando, porque somos un solo mundo, como Marcos Polos por la ruta de las mascarillas, pues el bien común, el meollo, lo social, estaba en peligro por un desliz de la naturaleza llamado virus.
Así, con esa trama como elemento salvífico y
ejemplar, es como el Medio Ambiente, la Sociedad y, ahí es nada, la Cultura, se
acreditan como uno y trino, siendo lo más normal del mundo darlos como una
asignatura única e ideal para practicar, para aleccionarnos sobre ello,
empezando por los niños, que seguro que van tomando nota. Gracias.
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