lunes, 15 de enero de 2018

Propósitos de año nuevo


Los propósitos para el nuevo año son como los programas electorales, que están para incumplirlos. Si no, ¿qué haríamos al año siguiente?
Por eso se centran en metas peregrinas pero no imposibles, pues la utopía acaba generando la mayor desgana y abandono, y el suicidio de no ofrecer resistencia y dejar el campo de batalla sin luchar, que dijo Napoleón
Y sin embargo, o por eso mismo, esto de los propósitos no lo impulsa lo planeado sino lo pendiente de otros programas rotos, aquello que quedó en el tintero. Es siempre algo residual, y más que para la carne joven que empieza, para quienes ven pasarse el arroz y con un buen catálogo de fallos, errores, fiascos y frustraciones, y la vida volviéndose un puzle difícil de cuadrar, cautivos del mal se plantean cierta redención –después de autoconfesarse e imponerse penitencia, pues ahora somos nuestro propio cura– a medio camino entre la obsesión por lo inalcanzable y la disciplina autoflagelante de lo improbable aunque posible. 
Y hacen del nuevo año, que siempre es una Ítaca, una ordenanza, un reglamento (que mayormente será hecho trizas en marzo, en cuanto cambien la hora), con todos esos casos de archivo retomados, asuntos pendientes y tantas veces internos, de los cuales nos declaramos su policía competente. 
Siendo así como a título individual, pues la vida en general ya lo hace sin rubor ni clemencia, el rebús de la existencia, los excrementos de nuestro paso, la basura dejada, esa pocilga que es el pasado, y su culpa, es el turbo preferido para revitalizarnos un año más; y vuelta la burra al trigo, a lo viejo y caducado para el penúltimo gran salto hacia delante, como los pequeños creyentes que somos de la revolución pendiente. Aunque falsos. 
Si no, no escogeríamos objetivos como el adelgazar, no juntarse más con los cuñados, ir a yoga o dejar de fumar, minucias obscenas por fatuas del famoso crecimiento personal en forma de propósito de enmienda por no lograr los sueños autoimpuestos. Algo que se soluciona con la edad, cuando el primer propósito del año es terminarlo. Y el segundo, también. Y el éxito está garantizado.

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