jueves, 1 de marzo de 2018

Patria


El asunto catalán, dicho en plan serie negra, lejos de reforzar nuestras defensas con anticuerpos contra el gripazo recurrente del rollo ese de la patria, moviliza lo espurio de cada uno para alterar neuronas, remover viejas bascas, o rascarse el bolsillo, que es la prueba final de que algo falla, para comprar una bandera (todas las cuales, por cierto, se hacen en Cataluña, grandes negociantes, ya se sabe, de lo nacional). 
Y ya para colmo, hay hasta quien se atreve con los himnos, a sabiendas o no de que la mitad del vecindario arrastra como gran frustración, achaque de desorden vital y sinvivir insoportable no tener una letra con que cantar a la gran tribu, ese oficio de poetas muertos. Ya se sabe: hay cosas que si no las cantas, no es que no existan; es que no existes tú. 
Patriota del pinta y colorea.
Que es lo que pasa con los duros de oído. O los que solo cantan en la ducha –lugar ideal para probar lo de Marta Sánchez–. Que puede que seamos disminuidos y que algo nos falta (¿Marta Sánchez, por ejemplo?). De hecho, hay quien lo vive como una deficiencia, con complejo de inferioridad. Así, Echenique, aunque esté feo señalar, ha llegado a decir, en plenas calenturas rojigualdas, “Tenemos que arrebatar la palabra ‘patria’ a la derecha” (y a Marta, por supuesto). 
Lo cual, digámoslo también, es aceptar que el discurso político pasa hoy por el popurrí de la peor estofa, y apuntarse a él ya no es ir de víctimas de una tentación urdida por otros, sino de victimistas por hacerlo propio y aceptar oportunistamente, al albur de los fracasos, el envite de la política del momento, y de siempre, demiúrgica, semiderruida pero hegemónica. Para eso tanto 15-M, novedad y cambio de tercio. 
Luego lo malniegan, corrigiendo que la patria es el empleo y los servicios públicos, en lo cual ya puedo estar más de acuerdo, pues un buen maestro o una buena limpiadora de hospital pueden ser una magnífica patria, y no digamos la cena de un albergue. En fin, todo aquello que a uno le dé la gana, desde un pájaro a un potaje de acelgas, todo lo que se pueda compartir a partir de uno mismo. Ya sé que es muy platónico, pero, las masas, para las fritillas.

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