Manadas, piaras,
bandadas, rebaños, parvadas, jaurías… España (en marcha), ese proyecto
colectivo.
lunes, 30 de abril de 2018
domingo, 29 de abril de 2018
viernes, 27 de abril de 2018
Del rosa al amarillo
Se dice que el apoyo de los sindicatos de clase (ni
se sabe) a la movilización secesionista del lazo amarillo de hace unos días hace
peligrar un 1º de Mayo como Dios (o Bakunin) manda.
Pero el caso es que el 1º
de Mayo hace tiempo que dejó de peligrar. Tanto, si no más, que el que esos mismos
sindicatos tardaron en hacer del amarillismo una norma de actuación, que fue al
mismo morir de éxito (siendo sus restos cadavéricos los que se pasean una vez
al año en dicha fecha) cuando consiguieron al fin, aunque tampoco es que les
constase tanto, fundirse con la entraña, el tejido, la enjundia misma de la patria,
haciendo dejación de sus valores, reglas y propósitos y pasando a adoptar como
propios todos los vicios, perversiones y malas artes económicas, políticas o
culturales, presentes en el cuerpo social de sus entretelas en el que pasaron a
integrarse plenamente. Solo dos ejemplos: los ERES y las pensiones.
El primero
es un caso típico de bandolerismo surdespeñapérrico, aunque no exclusivo de la
zona, y si no, ahí está la paguica universal que ya se apunta como nuevo futuro
limosnazo extractivo nacional (del pagano común) del futuro.
El paradigma más escandaloso, pero no el menor –ahí está el PER y sus peonás, aunque bien enmascarado como ayudas a la subsistencia agraria–, de toda una herencia cultural, como es esa tradición legendaria del bandidismo social, como lo definió Hobsbawm, o bueno, a partir del mito de Robin Hood, por el cual, quien roba a un ladrón –el empleador, el estado (o sea, el contribuyente)– tiene más perdón que el ladrón mismo, que siempre es otro, pues uno mismo no puede serlo, tan asentado en la ideología sureña y española en general, tan llena de miserias, y que es la base a su vez de ese doble rasero tan típico de aquí como es el utilizado por una opinión pública históricamente, por esa y otras causas, tan bizarra por diegocorrientista, romántico-sectaria y autocomplaciente, y que tan loca saca a la peña conservadora, por perdonar siempre a unos mientras ellos van a la picota a la que birlan un bolígrafo de propaganda, dicen, aunque guinden bastante más que eso, pero no más que los indultados.
El paradigma más escandaloso, pero no el menor –ahí está el PER y sus peonás, aunque bien enmascarado como ayudas a la subsistencia agraria–, de toda una herencia cultural, como es esa tradición legendaria del bandidismo social, como lo definió Hobsbawm, o bueno, a partir del mito de Robin Hood, por el cual, quien roba a un ladrón –el empleador, el estado (o sea, el contribuyente)– tiene más perdón que el ladrón mismo, que siempre es otro, pues uno mismo no puede serlo, tan asentado en la ideología sureña y española en general, tan llena de miserias, y que es la base a su vez de ese doble rasero tan típico de aquí como es el utilizado por una opinión pública históricamente, por esa y otras causas, tan bizarra por diegocorrientista, romántico-sectaria y autocomplaciente, y que tan loca saca a la peña conservadora, por perdonar siempre a unos mientras ellos van a la picota a la que birlan un bolígrafo de propaganda, dicen, aunque guinden bastante más que eso, pero no más que los indultados.
Siendo todo ello, además,
lo que da gas periódicamente a cada intento imperturbable de revivalismo de la
cuerda izquierdocínica, con el impagable adobo, todo hay que decirlo, de
facundia reaccionaria presente casi siempre en la media verdad que juran y prestan
las centrales como ayuda indispensable para cada reciclaje, en lo que se han
convertido en expertas, como buenas correas de transmisión de las clientelas.
Y
lo de las pensiones, pues eso, un puro bucanerismo político para confundir (o
birlar) el debate real y cada vez más obligado de que nadie ha cotizado lo que
cobra sino mucho menos, ni nadie cobrará ni loco lo que cotiza, al paso que
vamos, y que, o se produce para tener o se gasta para hambrear.
Pero eso, en
realidad, no entra en la agenda de un sindicalismocada vez más amarillo, y sí
alimentar con tremendismo interesado y no pequeñas dosis de postverdad la
ignorancia e incertidumbre crónicas sobre el asunto. Para que siga. Porque es
de lo que viven. O vivimos.
jueves, 26 de abril de 2018
¡Más bikinis...es la guerra!
España sigue
igual que en el 39: un frente en Madrid y otro en el Ebro. Y todo el mundo
esperando a largarse… a la playa.
miércoles, 25 de abril de 2018
Cinematontunas: Robert Stack y tiro porque me toca
Robert Stack ya era un triunfador antes de dedicarse al cine. Con
19 años batió un record mundial de tiro con pistola, y ya puestos a seguir
tirando, probó con Hollywood. Y con tal éxito que solo tres años después, con
22, ya estaba en la lista negra particular de Hitler por una peliculita de
Borzage (Tormenta mortal), una de las primeras antinazis, en la que hacía del
perverso Otto von Rohn. Un éxito con el enemigo (que es el principal) que
pasaría a culminar con el clásico de Lubitsch, Ser o no ser, antes de irse a la
guerra a pegar tiros reales, que siguiendo la típica lógica militar, le tocó dar
con cañones navales. Ya se sabe, tú eres pistolero, pues hazlo a lo grande.
Sin embargo, con el arma que sería más conocido sería con la Thompson, la
famosa metralleta de tambor de los años 20 y 30, la quitapenas de los mafiosos,
como Elliot Ness, jefe de los Intocables, una cuadrilla policial llamada así,
no porque no había quien les mojara la oreja o los pudiera mosquear, sino por
las archifamosas malas traducciones de los títulos al español, pues en realidad
en inglés quiere decir ‘incorruptibles’, algo que en buena lógica hispana, en
realidad es imposible, resultando la traslación pues casi más correcta así.
![]() |
Robert Stack (izquierda) y Stewart (derecha) en un plano de Tormenta mortal. |
De
hecho, y como prueba, en Méjico la serie fue editada durante años por orden de
la misma secretaría de gobierno, para evitar ideas criminales. Eso fue a
finales de los 50, lo cual explicaría una vez más, a juzgar con los resultados
de la lección tomada allá, cómo de torcidos resultan los propósitos de los
gobernantes, al menos con la corrupción. Pero la serie fue un exitazo. Y de
nuevo él como atrayente de las iras del público, en este caso italoamericano.
Bueno,
él y su oponente, el actor Neville Brand (por cierto que uno de los actores de
Hollywood más condecorados en la contienda mundial), que hacía de Capone y que
ya era suficientemente odiado por haber matado a Elvis Presley en Love me
tender. Un caso. Los macarroni los pusieron más o menos como Hitler, en el
listín, por dar una imagen de esa minoría como de armas tomar.
La familia de
Capone incluso demandó a la productora por 1M de dólares por el uso sin
autorización del personaje del capo para baneficiárselo económicamente. Sin
éxito, claro. No sabían a quienes se enfrentaban. Sin embargo, y a pesar de la
fama, como intocable si acaso quizá lo fue solo en el plano sexual, pues se
pasó toda su vida casado con la misma. En cuanto a tiros y pistola, no se sabe.
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