viernes, 14 de diciembre de 2018

Armadas


Los voceros anuncian ya otra nueva panacea universal: la República Feminista –no, si ya verás tú como acabamos teniendo más repúblicas que la URSS–. 
Es lo que suele suceder a las monarquías (paterna en este caso), ya kaput, por razones socioeconómicas, y no de género. Y de aquí a ná, nos vamos al imperio matriarcal –que no sé si por la madre hacia el imperio, que no por el imperio hacia la madre–, tanto tiempo ejercido de manera críptica y silente bajo los sótanos del patriarcado, y ahora a voces ya, los gritos del silencio. 
Una prueba de que algo de eso viene es que ya no se habla de guerra de sexos, que fue durante décadas la forma fraudulenta de referirse al proceso de toma de conciencia y emancipación femeninos (y a su represión, claro). Entre otras cosas porque esa guerra la han ido ganando (históricamente, que es como hacerse con una casa con hipoteca a 30 años vista), demostrando ser de armas tomar. Literalmente. 
Vamos, que, armas de mujer aparte, y sabedoras de que si quieres la paz prepara la guerra, algunas se han armado a muerte hasta sus patas de gallo para las nuevas batallas que vendrán, y ahí tienes a cuatro de las más importantes empresas de armamentos de USA, dirigidas por mujeres, gestionando los más avanzados modos de eliminar criaturicas del planeta, por el bien de la humanidad, se supone, y para poder llevar unas bajoquetas tiernas a su casa para el guisado, demostrando así que el género femenino, gracias al cielo no es garantía más que de una cosa: que es humano. 
Lo cual debería rebajar un poco su exaltación como gran reserva del mundo venidero para todo y no pasarse tantos pueblos con una canonización que les es ajena y que anda imponiendo un modelo relacional en el que, con la excusa de la igualdad predomina la coerción, la prohibición y el sectarismo preventivo desde el poder para sacar tajada de esa mitad. 
Y ya se sabe lo que trae la presión social contra algo: su rechazo y la bonificación del mal que combate. Ahí están el tabaco y la grifa, bien satanizados (más que la coca y el alcohol) y cuyo consumo ha rebotado, más que estos, en especial en jóvenes y sobre todo jóvenas. 
Y es que si hay algo infumable de veras (y tóxico para la igualdad) es la manipulación demagógica. Y ellas deberían saberlo. Porque, ¿qué mejor que el realismo. Pues, la verdad no sé si será siempre revolucionaria, como dijo el otro, pero al menos sabes por donde va la hebra, que no es poco. Y la República, ante todo. Aunque sea feminista.


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