jueves, 6 de diciembre de 2018

Fascismos


Hay algunas dizque izquierdas tan traspelladas de ideas que, a la menor novedad, van, y se agarran a un enlucido. Así Rufián, oráculo de ese inconsciente colectivo revientaespañas visceral y trabucaire, al decir en plan Durruti que Cataluña será la tumba del fascismo, léase España. Ahí es nada. 
Pero es que Iglesias, que va aún más de zoco, manque no sepa muy bien lo que es, se ha engarabitado directamente al gotelé y ha pedido, pero ya, una alianza antifascista al PDCAT. ¡¿Un frente antifascista con fachas?! Con dos cojones. 
Y es que al fascismo le pasa lo que al gorrino, con perdón, que se aprovechan hasta sus andares, y más si son tan ecuestres como los de Abascal, que ha eclosionado políticamente a lo Pavía con su Vox poniendo el huevo; e igual algunos con duda existencial lo tenían en deseo, aunque solo fuera para poder definirse a su contra y ofrecer algo de coherencia programática. Si bien no hayan dudado en manifestarse y protestar por los votos sacados, ¡en su propio juego y con sus reglas!, por el viejo lobo. Como los chiquillos, que si no ganan, rompen la baraja. Y esto acaba de empezar. 
La matraca de este revival más o menos impostado contra el fascio para manipular ese escalofrío que es nuestra impronta tras la implantación del fascismo como El Mal en el ideario europeo, va a ser una cansera poco menos que insufrible. Especialmente para los que padecimos el auténtico en vivo y en directo y sabemos lo que de parodia tendrá, que tiene ya este fascismo actual, pero también el antifascismo de los dizque sucesores de los vencedores del Mal, que con el rollo de predicar el miedo a tal infierno (necesario hasta cierto punto), cultivar su fantasmagoría y advertirnos de no oír siquiera sus tentaciones, han hecho de ello otra religión alienante (y productiva para ellos), y cardado mientras lana para parar un tren. 
Ese es el nuevo banderín de enganche para criaturos que quieran autodescubrirse con emociones fuertes, al modo gore, como a ellos les gusta, o para viejos feligreses de una misa de nunca acabar a los que está visto que les gusta la patética sonata más que Los Cazafantasmas.

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