jueves, 10 de enero de 2019

Buenos y malos


Habrá que aguardar al Carnaval de Cádiz para ver en qué queda lo del cambio andalú y sus efectos, pero lo que sí tenemos ya es al malo de la peli –algo crucial, como ya demostraran Lee van Cleef, Anthony Hopkins o Glenn Close–, y otra cosa aún mejor, todos están muy contentos con el papel agenciado, C’s como el bueno, y PP como el feo. 

Mientras, en la otra pista del circo, el Psoe se pone pureta y habla de amenaza machista y xenófoba, y el dúo sacapuntas pasa de hablar (ella) de los odiadores profesionales y la alerta antifascista, a los trillizos reaccionarios, y él coge el feminismo por los cuernos (que los tendrá, digo yo) y sentencia que los feministas follan mejor, de lo cual tomo nota, por si al final me acaban llevando a una residencia. 
Y sigue el teatrillo del rebrote de guerra cultural iniciado a mayor gloria de Vox como nuevo chollo del cuanto peor, mejor de los padres putativos de la patria. El guiñol sempiterno, con exabruptos pasados de moda (pero de moda) y palmetazos a la bruja, y por cierto muy bien aprovechado por esta para presentarse en el preestreno del negocio electoral y bazar persa perpetuo que es ya toda esta ópera bufa constante, centrada en ver quién es más bueno (antibuenistas de PP incluidos) comparado con el malo elegido, tan asqueante. 
Con eso, los “traficantes de moralidad”, que decía Goffman, se colocan en un nivel supremacista, pero legitimo por ser más moral, y al calificar el pacto de vergonzante, llaman a levantar contra él la empalizada guardiana del decoro y la pureza moral –suyos en exclusiva–, rotos por unos ilegítimos de muy mal gusto. 
Eso, además de presentarse como víctimas en todo este postureo estético –que es cualquier moral–, pasando así a reivindicarse, como dijo Nietzche, con el lamento y la diferencia del sufrimiento como la alternativa real y unívoca frente al mal. Que, por cierto, se ha vuelto más peliagudo de simplificar para identificar y odiar (y vencer), pues ahora es uno y trino, la Santísima Trinidad de la maldad. Aunque con eso, ellos, con su superior criterio y experiencia en biodiversidad, no tendrán ningún problema. Y de todas formas, ¿qué se puede esperar de un país en el que 7º bajo cero (en enero) son noticia?

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