sábado, 4 de mayo de 2019

Animalario


Si el sistema electoral fuese justo, los animalistas tendrían a estas horas no menos de 3 escaños. Con la sexta parte de votos, Revilla, ese otro animalico de la Secsta, tiene uno. ¿Cómo lo ves? 
Y es que hoy es más fácil identificarse con el perro –será por esta vida canina– que con otros que también lo tienen. Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro, suele decirse, y se empatiza antes con la mascota que con los semejantes más similares, los de parecido rango o condición social, pues la identidad hoy, es tan inexcrutable como los caminos del señor. 
Así, pese a lo fácil que es para la mayoría autodefinirse de izquierdas, nadie acompaña, ni con perro, a sus homólogos el 1º de mayo,  sea porque los sindicatos, o la gente misma, o los perros, no son de izquierdas realmente, o es que hay más playas que fiestas de guardar. 
Playas que faltan si hay que identificarse como de derechas, algo que todavía da vergüenza, que se va perdiendo, pero a poquitos, y de ahí la diversificación de esa cuerda, unos asomando solo la patita, otros poniéndole apellidos de centro, y otros con síes pero noes. Y es que la identidad cuesta cara. 
Entre otras cosas porque hay que pagársela dado que es voluntaria, hay que autofabricársela, como el cuerpo en los gimnasios, en lucha a muerte con esa lacra que es cada uno, y el origen, que es otra vergüenza; en una guerra, no ya de clases sino de las pretensiones contra la identidad real. Y lo identitario es la paleta, la gran herramienta con la que hoy cada cual brega con el mundo para situar en él sus anhelos o delirios, el yo elegido. 
Solo que al ser un modo artificioso de autoelaborarse, de recrearse o de crearse sin más, lo primero que se modula es la propia realidad, refigurando el entorno como algo virtual, no verdadero del todo, para poder situarse en él como proyecto. Y lo último, renunciar a lo propio para apostar por alguien tan familiar como desconocido, y abandonar la propia identidad. 
Por todo ello es más fácil que los perros lleguen a sentarse en las Cortes que alguien se manifieste con sus iguales el 1º de Mayo. No porque no los tenga, sino porque ya nadie quiere serlo.

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