sábado, 18 de mayo de 2019

La carnaza

El megaproceso electoral parece encarrilarse a culminar la larga y costosa reparación (ya veremos si en falso) del modelo político europeo asumido aquí con la transición y descacharrado con la crisis, cual es la socialdemocracia a todos los niveles. 
Un modelo que ya no va a haber quien recomponga, dicho sea de paso, pero que debe seguir pareciendo vivo. Para lo cual, en vez de reformar, en todo, se ha estimado mejor seguir con el fraude y cumplir el viejo aforismo de cambiar todo para que nada cambie. Un todo que apenas son las caras de los políticos (y con el me too, los culos). 
Y visto el rechazo de la gente por lo viejo y sin terminar de tragar lo nuevo, quedándose empanada y plural, o sea, polarizada ante la duda (y el malestar, claro), se han sacado otra vez lo del centro como la panacea. Y todos, a por esa especie de cerdo del que todos comen y del que todo se come, hasta los andares, aunque no se sepa si existe o es como la nube esa, algo virtual, un limbo donde meter a tanto voto modorro para justificar que el sistema, electoral, político y demás, siga. 
Y viendo también factible un nuevo bipartidismo imperfecto, reciclado del podrido arreglo tácito entre una izquierda y una derecha que desde los años cincuenta hace y deshace con turnicidad y alevosía, y aunque hoy ya no refleje ninguna dicotomía social de clases, se han lanzado a simplificar y a eliminar aspirantes. 
Así, una vez sacado el Psoe la plaza del centroizquierda, ahora, en la segunda vuelta con olor a prediseño y embolao para acabar de configurar el mapa, lo que toca es adjudicar la del centroderecha, para tener un suplente con quién pactar y cambiar cromos, y hacer de alternativa si hace falta. 
Pero con un PP desarbolado y abanto, y un gobierno que parece conforme con Cs como útil repuesto, tan moderno, bisoño y sobrado regalador de votos –en Calaluña, por ejemplo–, pues blanco y en botella. 
Los demás, a un lado u otro, o no están o ni se les espera para un futuro tan prometedor como es la semicrisis perpetua. Y mientras dan puñetazos groguis al aire, alguno aún habla de remontada. Aunque cada vez tengan más pinta de carnaza. Y que siga la pesca.

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