sábado, 29 de febrero de 2020

Febrero


Febrero no es un mes sino más bien el huevo kínder de la calenda, siempre sorpresivo, amañado, francamente desleal y casi prescindible. 
Estirando sus días como patas de gallo por el surco que dejan en mejillas y sienes los pasos de diario, te adula y te complica, te enajena y te puede con su sol zodiacal pasando por Acuario, prometiéndote en vano la lluvia fraternal en cada Candelaria, y te traiciona estéril –que ya nos conocemos– con excusas pueriles de si soy corto, o loco; a saber qué negocio. 
El caso es no fiarse, pues lo mismo da albricias, premoniciones varias que engordan ilusiones, que se te ríe con ellas en su carnavalada vestido de marmota y antifaz de sirlero, y al tiempo es presto y fiero, arreando sopapos al dulce de tus sueños, para eso muy despierto. 
Castigador innato, seductor veleidoso en su camino pasajero, tampoco planta tienda en tu posada, para no echar más leña al fuego, al conocer, supongo, la rabia de los bajones que levanta lo fatuo de su lotería dicharachera y fraudulenta, capcioso y taimado como él solo, pues de tan ruin, no da ni para pipas, aunque sí se da el lujo de sacarte las flores a la cara, de frutales y chopos, jazmines y japónicas, para después, con furor caprichoso, derrotarlos a hielos, vientos o celliscas, con su cruel estilo malcriado, si no matarte a soles que te lleven a acompañar los perros a su sombra. 
Por no hablar de su amor a lo inhábil y absentista, semaniblanco, cósmico y fruslero, jueveslardista, gorrón y cuenta nueva, apátrida del año y rey del menoscabo, lunar, escarmentado, atejerado, fútil, venal, apercibido, apamplinado, seco y huidizo, tan hostil como audaz, amorcillado, acobardado y vil, mas no te fíes. 
Febrerillo mamón, en suma (de desplantes), pequeño cabroncete, enano recrecido, resabio de un invierno averanado, enfermizo bisiesto, borde a malas, vendedor de Blasillos (sin licencia de Forges), solo tienes un cabo positivo, el de durarnos poco –aunque sea mucho– y, solo por tal motivo, nos elevas el sueldo, al pagarnos un día no cumplido. 
Que no pareces tú, sino algún hijo tuyo, sea villano, calientabrevas o político.

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