miércoles, 30 de mayo de 2018

Generomanía


George Best, aquel futbolista, halló una frase genial, no sé si borracho, su estado casi natural, asegurando que se había acostado solo con tres Miss Universo, “no con siete, como dicen mis detractores”, lo cual quizá lo haya librado de alguna que otra pintada o escraches en su tumba. Aunque también es que si los abusos eran más sostenibles en una época en que la pulsión alimenticia o la reproductiva (que viene a ser su correlativa) eran más acuciantes, hay castigos que con el tiempo se posponen, y más si son en mármol y por escrito, ahora tan degradado. 
Esto, dicho así en un país de cheer leaders (muchos de ellos masculinos ya) que cacarean cual bienpagás por un puñado de parabienes y el estampillado de gente ejemplar, puede parecer atentado contra el cambio de la pirámide sentimental según la nueva moral emergente a que asistimos, de las prioridades a practicar para el bien sentirse políticorrecto –primero, las mujeres, luego los animales, después ya veremos, y tal. 
Aun así, hay cada vez más mujeres que a media plática se te declaran heteras, un recurso copiado de los hombres para contextualizarse y acotar lo inacotable, dejando caer luego eso de “y no es que esté en contra de los homosexuales, de los que tengo amigos” (sin concretar, claro). Una ambigüedad –para desambiguar– que, al coincidir con la ofensiva feminipuri o simplemente maripuri (que les va el sexo y el cortejo), enerva y enreda más si cabe el mundo del deseo con la ficción, y el culo con las témporas.  
Por no hablar de la Uni de Michigán, que diría el pasodoble del Mr. Marshall, que hace años que sabe que lo de buscar jóvenes es malísimo para los viejos, cuyas parejas ideales son las aún más viejas, pero excelente para las viejas (para cuidarse en general), y no han cantado hasta ahora, los muy machistas. 
Mientras tanto, y pese a sus detractores, el sector eternamente escéptico, sin sitio en la creciente lista de biodiversidad sexual actual, sigue alzado de hombros, imperturbable y risueño ante tanta confrontación ováricofaloide –todo cambia menos eso, y los impuestos–.  Sí, es irrelevante, pero mantiene la especie.

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